Alimentación
Carne
Son millones los animales que cada día nacen, viven encerrados, sufren y son llevados al matadero para acabar de una forma terrible con sus vidas.
Vacas, cerdos, gallinas, ovejas, conejos, etc. mueren porque son considerados un bien de consumo, porque sus vidas no valen nada para una industria que se lucra ocultando la muerte de cada uno de esos animales, una industria que se lucra vendiendo los trozos de los cadáveres de cada uno de estos animales.
Para cada uno de los animales que mueren para ser vendidos como carne sus vidas eran lo único que tenían, sus familiares a los que no llegan a conocer, sus compañeros a los que vieron morir y ser golpeados, sus cuerpos enfermos y doloridos por una vida llena de malos tratos.
El sabor de un animal jamás debería justificar su muerte.
Lácteos
Detrás de la carne hay animales que normalmente han vivido a penas unas semanas o unos meses, sin embargo, cuando hablamos de lácteos hablamos de madres que son separadas de sus hijos año tras año, sometidas a inseminaciones y partos anuales y ordeños diarios. Cuando hablamos de la leche hablamos de años de sufrimiento, que acaban con estas hembras en estados lamentables, cuerpos exhaustos e individuos que han sufrido la más dolorosa de las separaciones, la de una madre y un hijo.
Huevos
Los huevos al igual que los lácteos suponen una de las injusticias más grandes de la industria, por el número de individuos que mueren y por el nivel de maltrato que suponen. La industria del huevo no sólo explota a las gallinas, con tan sólo un día de vida los pollitos macho que no servirán para poner huevos son triturados vivos o tirados a contenedores. Mientras las gallinas sufriran el corte de pico, el encierro, y el sufrimiento de la puesta de un huevo diario, enfermarán y moriran hacinadas, dentro o fuera de una jaula, y con poco más de un año y medio, con sus huesos fracturados, sus cloacas infectadas, exhaustas, serán llevadas al matadero.
Peces
Son los grandes olvidados. Por el número de individuos que mueren a diario y la forma tan agónica en que esto sucede son sin duda los grandes olvidados.
Sus muertes se contabilizan por toneladas, nunca por número de individuos.
El hecho de que su aspecto físico diste tanto del nuestro o del de otros mamíferos nos hace muy difícil empatizar y comprender el gran sufrimiento por el que pasan.
Su sentido del tacto es aún mayor que el nuestro como mamíferos, llegando a tener en su piel tantos nervios como tenemos en nuestros ojos, su sensibilidad es altísima, pero también lo es nuestra incapacidad de percibir su dolor.