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Carne

La carne es el resultado de un largo proceso que finaliza con la muerte de un animal y su posterior despiece y venta como alimento.

Para que un animal se convierta en «alimento» ha sufrido toda una vida de hacinamiento, de privación de su libertad, separación de sus seres queridos, ha estado sometido a estrés y sufriendo las consecuencias de infecciones y enfermedades sin atención veterinaria.

Los animales que se venden en carnicerias y grandes superficies como carne son animales bebés, animales en sus primeras etapas de vida, cerdos con menos de 8 meses, terneros de menos de 6 meses, pollos (machos y hembras) con poco más de un mes de vida. Estos animales son separados de sus madres, y hacinados junto a sus hermanos durante el periodo de engorde en el que no verán la luz del sol y apenas se podrán mover, porque así su carne acumulará más grasa y será mas «jugosa».

Los adultos, los pollitos machos de la industria del huevo con sólo un día de vida, y las partes que no se pueden vender íntegras, como órganos (hígados lesionados, pulmones y otras vísceras), músculos con tumores, infecciones o hematomas, cartílagos y otras partes menos comerciales son triturados y vendidos en forma de salchichas, hamburguesas, empleados en la elaboración de productos con «sabor a» o derivados a la industria de los piensos para animales.

Detrás de cualquier producto cárnico hay un animal que nació, vivió y murió sin poder disfrutar de su vida, sin poder tocar a su madre, ni jugar con sus hermanos, un animal que sufrió miedo, estrés y enfermó, para finalmente montar en un camión en el que por primera vez vería la luz del sol y posteriormente morir y ser despiezado.

Alternativas

Por suerte contamos con una amplia gama de alternativas a la carne.

Tanto a nivel nutricional como de texturas y sabores.

Cada vez es más frecuente encontrar en cualquier supermercado alimentos procesados que pueden servir para sustituir a la carne como los derivados de la soja, tofu, tempeh o la soja texturizada, y el gluten del trigo, más conocido como seitán. También podemos ver productos como hamburguesas o salchichas elaborados a partir de bases vegetales con texturas y sabores muy similares a sus homólogos de origen animal.

Del mismo modo podemos sustituir de manera casera los nutrientes aportados por la carne siempre que tengamos una dieta variada basada en vegetales, en la que no nos falten las legumbres, los cereales, las frutas, las verduras, los frutos secos y las setas.

¿Por qué los vegetarianos nos empeñamos en imitar sabores y texturas procedentes del sufrimiento animal? Bueno, esta respuesta es muy sencilla, lo primero es que los productos de origen animal rara vez tienen un sabor característico, por lo que su sabor procede de la manera en la que es cocinado y el aliño que se añade; y en segundo lugar, porque desde pequeños se nos educa el paladar haciéndosenos más agradable ingerir sabores que ya identificamos y por ello nos resulta más cómodo seguir tomando alimentos a los que ya estamos acostumbrados, cosa que no resulta complicada si conocemos la forma de cocinarlo y las especias añadidas.

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